El
mantenimiento de un software
se puede realizar, básicamente,
en
dos sentidos: reparación o modificación.
Una vez
implantada la aplicación, todavía pueden
producirse errores no detectados en fases anteriores, los cuales
implicarán efectuar reparaciones.
Por otra parte, puede ser que a la
aplicación se le quiera ampliar o cambiar alguna
funcionalidad, lo cual llevará consigo realizar modificaciones.
En un programa pequeño, las modificaciones
o reparaciones
pueden ser fáciles de realizar. Sin embargo, en aplicaciones
grandes, una pequeña modificación o
reparación
puede resultar muy costosa. Además, hay que tener presente
que
aunque el software nunca se puede estropear, como
sí le
puede
ocurrir al hardware, el software sí se puede
deteriorar
debido a los
cambios. Tanto es así que, en algunos casos, puede ser
preferible empezar de cero toda la aplicación, por lo que el
software viejo
puede dejar de utilizarse al quedarse obsoleto, lo cual
significa el final de su existencia, es decir, el final de su ciclo de
vida. Esto ha pasado siempre, por ejemplo, con algunos sistemas
operativos antiguos, con aplicaciones de gestión que se han
dejado de usar por la aparición de otras mucho
más
funcionales, con juegos que ya no son tan atractivos porque no usan
gráficos, etc. |