La
Ingeniería
del Software se
utiliza sobre todo para
desarrollar aplicaciones de gran envergadura (de miles o
millones de
instrucciones), en donde suelen participar distintos equipos de
personas y, a veces, de distintas empresas de software. Suelen ser
proyectos que pueden durar varios meses o incluso años. No
obstante, por pequeño que sea un proyecto software, siempre
es
conveniente aplicar los principios de la Ingeniería del
Software, ya que, esto ayudará a desarrollar un software de
mayor calidad.
La calidad de un programa se puede medir
en base a tres aspectos
principales:
1. Sus
características operativas. Se debe valorar
si
el
software hace lo que se espera de él (corrección)
y si,
para ello, se utilizan, óptimamente, los recursos de la computadora (eficiencia),
tales como: la memoria,
el tiempo de CPU ,etc. También se debe
evaluar si la aplicación
ofrece una interfaz adecuada al usuario (facilidad de uso)
y
si es seguro con respecto a los datos (integridad).
2. Su capacidad para sufrir
cambios. En este sentido, es importante
estimar en qué medida el programa es susceptible de ser
corregido (facilidad de mantenimiento) o cambiado (flexibilidad).
También hay que ver si resulta fácil hacer
pruebas de su
funcionamiento (facilidad de prueba).
3. Su adaptabilidad a
entornos distintos. Hay que preguntarse hasta
qué punto se podría volver a usar parte de dicho
software
en otro proyecto (reusabilidad). Asimismo, se debe
valorar si el
software puede interactuar con otros sistemas informáticos
(facilidad de interoperación) y si se
puede usar en otra
máquina que utilice un procesador distinto (portabilidad),
aunque sea realizando pequeños cambios en el software.
Todos los factores que influyen en la calidad de un proyecto software
deben medirse a lo largo de todo su proceso de desarrollo, es decir, en
el transcurso de todas las etapas del ciclo de vida, y no
sólo
al final. De esta forma, la calidad del producto software resultante,
se puede ir mejorando sobre la marcha. |